Quizás el Otoño no ha llegado en toda su plenitud, quizás aún le falte algo de esos colores mágicos (tonos ocres y rojizos vivos) que tanto nos cautivan a l@s que nos encanta esta estación; por la falta de lluvia en septiembre y por las fechas tal tempranas; soy de la opinión que para hacer cualquier Ruta o excursión a sitios de naturaleza plena; cualquier época del año es buena y más si se caminan y se disfrutan de corazón: una hoja que amarillea, un arco iris, un hilo de agua despeñándose de la roca de pizarra a cámara lenta,...etc,etc ¿que más da?
Lo importante también es compartir estas sensaciones y estos lugares con gente y amig@s que sienten lo mismo que yo; al final el compartir esa pasión y esos momentos es lo que a mí al menos, me hace sentir GENIAL.
He alucinado con muchas cosas estos tres días y era la sexta vez que subía a estas bonitas e inhóspitas tierras de la sierra norte de Guadalajara.
Me he divertido en los momentos digamos .......más delicados; como se debe de hacer en la vida, me he reído y con dos capotazos los he dejado pasar; porque ¿hay algo más grande en la vida que una sonrisa?.
He alucinado conociendo gente buena amante del Senderismo y de la madre naturaleza como yo; y he vuelto a alucinar con los mismos lugares que visité no hace muchos años: Condemios con sus pinares (pino albar o silvestre) y praderas, con sus estatuas de madera tallada con imaginación y destreza con una motosierra en un marco natural precioso; pero de este pueblo de la Arquitectura Roja quiero destacar sobre todo, la paz que se respira y la hospitalidad de sus gentes.
Galve de Sorbe; donde pernoctamos con su castillo ruinoso pero de gran porte.
Cantalojas con su feria anual del ganado y sus casas de piedra y madera; uno de los pueblos más fríos de España; puerta del Hayedo de Tejera Negra como siempre un espectáculo natural en Otoño bañado por los ríos Zarzas y Lilas, con sus carboneras, con toda su variedad de flora y fauna y donde al igual que en estas poblaciones cada paso es un remanso de paz y una bocanada de aire puro.
Valverde de los Arroyos envuelto también en piedra, madera y pizarra, en jara, roble melojo, castaños, brezos, manzanas y miel.
Chorreras de Despeñalagua; hasta el agua cobra paz al caer desde tan alto y el Pico Ocejón, vigilante perpetuo de toda la comarca con su mar de pizarra; andar por sendas antiguas que unían pueblos a través de las montañas me emociona; pensar que tanta y tanta gente ha andado por estas llevando víveres y sentimientos me hace alucinar nuevamente.
Umbralejo; un pueblo realmente mágico perdido en la ladera de la montaña y recuperado y rehabilitado por la junta de comunidades y el esfuerzo de mucha gente de la zona después de llevar abandonado desde los años 20; para mí el mejor ejemplo de pueblo de la Arquitectura Negra, pasear por sus calles te transporta a otra época nuevamente, cada rincón se muestra encantador.
Y para terminar Sigüenza con su historia árabe, judía y Cristiana; su arenisca, su catedral e iglesias románicas de Santiago y de San Vicente y su castillo - parador imponente; la Segontia celtíbera se muestra fría pero a la vez cálida y señorial, sus asados al horno y sus dulces monacales.
Con todo ello he vuelto a alucinar pero no hubiera alucinado tanto sin tod@s vosotr@s; compartir esos momentos; ver, cómo os emocionabais o alucinabais, al igual que yo,con todo esto pues es lo que más me ha gustado de esta excursión; esperemos poder repetir tod@s o la mayoría; junt@s en otra ocasión venidera y ver más lugares y volver a alucinar.
Gracias a tod@s y cada un@ de vosotr@s y a l@s compañer@s que se han encargado de la organización: Sílvia, Miguel, Mari Carmen, Pilar, Carlos,...etc,etc. Nos vemos y contento de que llegarais bien tod@s a casa y os haya gustado mucho todo.
Crónica: Valentín Casado Jiménez